elmundo.es - Madrid,Madrid,Spain
Las cárceles son un polvorín para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Entre prisioneros enganchados a la droga, jeringuillas que se comparten para meterse la dosis diaria y una tasa de infectados por VIH mayor que en la población general se crean las condiciones apropiadas para que el virus se transmita a sus anchas. Una revisión prueba que con dos simples medidas -implantar programas que ofrecen jeringuillas nuevas y poner a disposición de los presos la terapia con metadona- se pueden frenar las nuevas infecciones...
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